Porque un empresario rara vez piensa en el corto plazo. Las inversiones, las coyunturas, los periodos de maduración de los negocios…, todo eso hace que, cuando todos brindan por el Año Nuevo, el empresario tenga ya la vista “elevada” hacia unos cuantos años más allá.
En el momento actual, esta forma de mirar es todavía más acusada. Porque la mirada no solo debería estar puesta en el año que estrenamos, 2020, año en que la desaceleración económica y la incertidumbre política nos anclan inevitablemente al presente; sino que además supone un paso más en ese camino que se diseñó en Naciones Unidas y que es la Agenda 2030.
Desde CEOE nos hemos propuesto firmemente transitar hacia esa transformación y, allí donde estemos presentes, liderarla. La Confederación Española de Organizaciones Empresariales ha hecho suyos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que son la hoja de ruta de esa Agenda 2030.
Esa Agenda debe actuar como faro para conseguir que nuestro crecimiento económico tenga en cuenta, como epicentro, el bienestar de las personas y de nuestro planeta, algo que hemos tratado de impulsar en la ya mencionada Cumbre del Clima.
Ante la disyuntiva del corto y largo plazo podríamos plantearnos el por qué hemos de pensar en 2030 si aún quedan diez años, pero estamos en una época de cambios a todos los niveles y eso implica que “los deberes” hay que hacerlos ahora, sin perder más tiempo, y hacerlo así nos va a permitir seguir celebrando las fiestas en los años venideros y llegar a tiempo en el cumplimiento de los ODS porque habremos trabajado con previsión en el ámbito de la innovación, de la formación o de la igualdad, entre otros.
EL ODS número 17
En eso estamos. Los ODS son diecisiete compromisos fundamentales para que el crecimiento económico sea cada vez más inclusivo, más sostenible con el medio ambiente y, en resumen, más sano.
Para nosotros, los empresarios, uno de los objetivos fundamentales es el diecisiete, que habla de la necesidad de tejer alianzas para que los otros dieciséis se hagan realidad en tiempo y forma. Y si en algo puede ayudar CEOE en esta labor es en la difusión y apoyo a las empresas a la hora de sumarse al cumplimiento de los ODS.
Sin embargo, como en toda gran empresa, las fuerzas no se pueden proyectar en una sola dirección. No se puede pensar en cumplir los ODS si no avanzamos en términos de innovación y digitalización, o formación, por ejemplo.
Pensemos que la I+D+i, que aparentemente es una partida presupuestaria más, es la que finalmente debe permitir a las empresas crecer en términos de productividad y competitividad porque logra hacer de cada jornada diaria, de cada esfuerzo de sus trabajadores, algo con más valor añadido; mejorar la calidad de la enseñanza en las escuelas o poner en pie un modelo de formación para el empleo más dinámico.
Si a eso se añade que la innovación es también el vehículo a un mejor sistema de salud o de dependencia, hemos de tener claro que la I+D+i es cosa de todos.
Pero ningún cambio tecnológico, por mucho que trabajemos para adaptarnos, se puede afrontar con éxito si los trabajadores no están correctamente cualificados. Se trata de abordar la formación continua de aquellos a los que golpeó la crisis y llevan mucho tiempo, demasiado, en el desempleo y también de que los trabajadores en activo se formen para que la oferta y la demanda de empleo converjan y todos podamos dar un salto de bienestar juntos.
Tenemos por delante un año más, pero también una década en la que debemos afrontar muchos retos (solo he apuntado unos pocos), con la vista puesta en el cumplimiento de la agenda de Naciones Unidas, para que todos podamos brindar en mejores condiciones, antes de lo que pensamos, por un feliz 2030.
Desde CEOE, como organización más representativa del mundo empresarial en España, vamos a seguir trabajando para visibilizar y potenciar tanto los valores empresariales actuales como los retos que estos nos van a plantear en el futuro, y de este modo poder mejorar nuestro entorno e influir en él como agente fundamental del cambio que somos.