Biofactorías: la evolución de las plantas depuradoras tradicionales para hacer realidad la economía circular
La estrategia de biofactorías que promueve el grupo Agbar defiende un nuevo modelo de instalaciones de depuración de agua basadas en los principios de economía circular.

Urge promover la transición de un cambio de modelo lineal a circular, para reducir el consumo de materias primas y convertir los residuos en nuevos recursos, y así preservar los recursos naturales para las generaciones futuras.
En este contexto, el grupo Agbar, experto en la gestión del ciclo integral del agua, está convirtiendo sus plantas depuradoras en las llamadas “biofactorías”; plantas donde se regenera el agua para su posterior reutilización, se transforman los residuos en recursos y se generan energías renovables con el fin de conseguir el autoabastecimiento de la planta.
Una referencia destacada es la biofactoría Sur de Granda, gestionada por EMASAGRA -Empresa Municipal de Abastecimiento y Saneamiento de Granada, S.A, participada por Hidralia, a su vez perteneciente al Grupo Agbar-, que se ha convertido en un caso de éxito a escala global, ya que ha conseguido que prácticamente el 100% de agua depurada se reutilice para el riego de cultivos, casi la totalidad de los lodos, arenas y grasas se valoricen como abono en agricultura o jardinería y se alcance la autosuficiencia energética durante algunos meses del año. Además, con la generación de la energía producida en las instalaciones, se alimentan los vehículos eléctricos de la compañía. El modelo de la biofactoría Sur de Granada ha sido reconocido como una buena práctica por la publicación European Circular Economy Stakeholder Platform.
Más allá de alcanzar la circularidad en cuanto a agua, residuos y energía, las biofactorías se caracterizan por una integración en el entorno natural, de forma que se minimiza el impacto en ocupación del suelo, potenciando los ecosistemas presentes en el espacio y preservando la biodiversidad, transformando la infraestructura gris en una infraestructura verde.
Por otro lado, se genera un impacto social positivo a través del valor compartido con las comunidades locales, mediante el diálogo, la colaboración con los grupos de interés y la sensibilización ambiental.
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