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Fecha
Opinión
18 Sep 2023

El lince económico, el turismo

Estamos cerrando el verano 2023: la temporada alta de la actividad turística. Un año que, más allá de sus cifras, no ha estado exento de sobresaltos sociales políticos, medio ambientales, y económicos a nivel nacional e internacional y, siempre, con la industria del turismo en el punto de mira en relación con todos ellos.

Turismo
Juan Cierco, presidente del Consejo de Turismo de CEOE

Juan Cierco

Presidente del Consejo de Turismo de CEOE

Repasando la actualidad del sector, me venía a la cabeza un paralelismo con el lince ibérico. El lince es un mamífero endémico de la Península Ibérica que ha sido considerado una de las especies de felinos más amenazada del mundo y declarada “en peligro de extinción” en 1986, “en peligro crítico” en 2002 y, en 2015, se reclasificó de nuevo a “en peligro”.

Es curioso que no todos los ciudadanos pertenecen directamente al ecosistema empresarial turístico, pero sí todos en algún momento ejercen de visitantes, bien sea turistas o excursionistas, en el periodo estival.  De ahí que, al igual que se hizo con el lince ibérico protegido desde la década de 1970, debamos plantearnos cuáles son las políticas público-privadas que tenemos que desarrollar para evitar convertirnos en un “sector productivo amenazado” o “en peligro”.

A España es casi imposible imaginarla sin turistas, pero, también, es inverosímil pensar en ella sin las empresas internacionales del sector turístico, en su mayoría de origen español. El gasto turístico en España entre enero y julio de 2023 (datos del INE) asciende a 60.000,000 millones de euros, el gasto medio diario supera los 150 euros y el gasto medio por persona se ha incrementado en más de un 25%. La llegada total de visitantes a nuestro país supera los 69 millones, acumulado a julio, de los cuáles más de 47 millones son turistas. A estos datos, podemos sumarle los más de 2,8 millones de afiliados a la Seguridad Social que corresponden a la actividad turística. Todo eso hace que se hable del 2023 como el año de la recuperación del sector.

Sin embargo, si hacemos un repaso al a hemeroteca “turística” de este verano e identificamos las palabras clave que en ella se recogen, probablemente nos vamos a encontrar con una serie de conceptos con connotaciones negativas.

Cuando se habla de cambio climático, no hay duda de que el sector se va a ver afectado por las consecuencias de este, incluso, con una posible reducción de atractivos naturales que inevitablemente llevarían a una reducción en los flujos turísticos. En la hemeroteca, también podemos añadir la famosa gentrificación o masificación, donde el turismo se presenta como una fuente de problemas en centros urbanos, playas y atractivos culturales o turísticos en general.

Podría seguir enumerando algunos conceptos más, pero los empresarios somos más de plantear soluciones que de presentar problemas. Por eso, desde el Consejo de Turismo de CEOE seguimos trabajando, de forma interdisciplinar, intersectorialmente, con empresas y agentes del sector y desde el rigor en identificar esos riesgos que el sector padece y, por supuesto, en buscar ese plan de protección del sector para garantizar su sostenibilidad como el lince en la Península Ibérica.

En este marco, nos hemos planteado orientar el ‘Plan de protección del turismo’ en cuatro grandes líneas:

1º) Innovación y talento. La pérdida de competitividad provocada por la desigualdad digital y la falta de adaptación a los nuevos hábitos de consumo es uno de los factores clave. Es necesario un plan nacional de innovación turística que, evidentemente, va a derivar en un gran plan de adecuación del talento vinculado al sector. El contenido de ese plan pasa por el impulso del espacio de datos turísticos, por la creación de un hub de empresas turísticas innovadoras, por políticas vinculadas a la adecuación del capital humano, por formar a los trabajadores en nuevas competencias, adecuar las políticas de conciliación y diseñar otras que atraigan talento de alto valor.

2ª) Infraestructuras. Un país líder en turismo durante décadas como España tiene que llevar las riendas de la evolución del modelo, ese paso del paradigma tradicional a uno más sostenible desde el punto de vista medio ambiental como social y económico. Para ello, proponemos varias líneas de trabajo. Una vinculada a la conectividad del transporte, ya que más del 80% de nuestros visitantes llegan a España por vía aérea. España debe liderar el desarrollo de estructuras que permitan la producción de combustible SAF en cantidades suficientes para poder hacer frente a las necesidades que tenemos y aprovechar la estructura agroeconómica de nuestro país para fortalecer una economía circular vinculada al transporte aéreo. Además, animamos a desarrollar la intermodalidad, la conexión, venta y coordinación de todos los medios de transporte en destino. Por último, debemos ser capaces de encontrar la fórmula para impulsar las inversiones productivas en los destinos turísticos, con especial atención a los destinos maduros. El rejuvenecimiento de determinadas localidades es ya una urgencia.

3ª) La ordenación. La transferencia de competencias turísticas nos sitúa en una amalgama de normativa y de cargas vinculadas al urbanismo, a la seguridad industrial, a la ordenación administrativa, a las políticas medioambientales... Cuyo resultado aleja a las empresas de la competitividad y de la productividad. Para revertir esta situación, planteamos el impulso de un ‘Test de competitividad turística’ que permita conocer el impacto que cualquier decisión pública puede tener sobre la competitividad del sector. En un momento en el que en Europa se plantea la competitividad como eje clave de la supervivencia de las empresas y del impulso de la autonomía estratégica, es nuclear que, de forma transversal, el turismo cuente con su propia consideración. La aplicación de este ‘test’ de competitividad, junto con una auditoria normativa, debería dar como resultado una “ley derogatoria”, una norma que permita eliminar ineficiencias en el sistema normativo actual.

Además, proponemos una reconsideración de nuestra industria en el diseño de los proyectos estratégicos vinculados a los fondos europeos, los PERTES. Es decir, que de forma horizontal en el desarrollo de los 12 PERTES aprobados se le de consideración estratégica al sector turístico. De esta manera, los efectos de no contar con un PERTE sectorial podrían ser minimizados.

4ª) La promoción. Durante los momentos más duros de la pandemia, la diplomacia turística fue clave. No debemos desaprovechar lo aprendido. Debemos actualizar las estructuras de promoción, reformular el funcionamiento de la actual Turespaña y optimizar los recursos para la generación de experiencias “excelentes”. Nos quedan aún algunas asignaturas pendientes con relación a los mercados más lejanos, como Oriente o Estados Unidos. Una vez más debemos evolucionar nuestra relación con los mercados, actualizar nuestras estructuras destinas a la promoción, profesionalizar al máximo esa actividad y extenderla en su foco incorporando la diplomacia como aprendizaje de la crisis de la pandemia del s. XXI.

Estamos a las puertas de celebrar el Día Mundial del turismo 2023, cuyo lema es El turismo e inversiones verdes’. Los empresarios queremos manifestar nuestro compromiso en invertir y a facilitar, con nuestro conocimiento, la inversión. La industria del turismo va a seguir generando valor si agentes sociales y económicos, públicos y privados, somos capaces de protegerla. Convirtamos, por tanto, al turismo en nuestro lince económico.

 

* Artículo publicado en Hosteltur

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