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Fecha
Opinión
16 Mayo 2019

Una carga fiscal excesiva

Gregorio Izquierdo

Director de Economía de CEOE

La carga fiscal que soportan nuestras empresas es ya muy elevada, con lo que resulta especialmente contraproducente subirla aún más. De hecho, si nos basamos en la comparativa internacional, de acuerdo con EUROSTAT, las empresas españolas aportan a la recaudación total un porcentaje muy superior a la media de la UE, en España, de cada 100 euros recaudados, 31,6 provienen del sector empresarial, mientras que, en la UE, de media, son 23,5 euros de cada 100. Además, según el ranking internacional de competitividad fiscal de la Tax Foundation, España tiene la novena mayor presión fiscal normativa del mundo desarrollado, destacando el hecho de que el impuesto sobre sociedades en España es el décimo más gravoso y que la tributación patrimonial, que también incide sobre nuestras empresas, es la cuarta peor.

Cuando algunos señalan el repetido mantra de que las empresas, sobre todo las grandes, pagan pocos impuestos, están simplemente faltando a la verdad. Así, según el último informe anual de recaudación tributaria (datos del año 2017), el tipo sobre la base imponible del Impuesto sobre Sociedades fue del 21,6 por 100. De hecho, el 81% de la recaudación del Impuesto proviene de menos del 2% de las empresas, que son las más grandes. Si fuera cierto que la tributación por impuesto sobre sociedades es tan ventajosa como algunos señalan, España se convertiría en el país con mayor atractivo fiscal de Europa, sustituyendo así a jurisdicciones fiscales acogedoras para las empresas como Irlanda y Holanda.

Una disfunción adicional en España es la de nuestra economía sumergida. Esta es relativamente alta precisamente como consecuencia de nuestra mayor presión fiscal empresarial normativa. Por ello, el peso relativo de los impuestos respecto al PIB que soportan nuestros contribuyentes queda enmascarado artificialmente a la baja porque en el denominador de este cociente se incluye la economía sumergida dentro del PIB. Además, en las comparaciones internacionales hay que tener en cuenta el nivel relativo de renta. Como España tiene una renta per cápita media inferior a la UE, para tener el mismo esfuerzo o carga fiscal nuestra presión fiscal agregada tendría que ser necesariamente inferior a la de nuestro entorno. En todo caso, es la tributación indirecta y no la empresarial la que explica nuestra “teórica” brecha de recaudación.

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