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Fecha
Economía
29 Ene 2021

Valoración PIB cuarto trimestre: CEOE ve necesario asegurar un entorno propicio para la inversión empresarial y la mejora de la competitividad

Los resultados del PIB del cuarto trimestre evidencian una notable ralentización de la recuperación de la actividad, debido a la persistencia y empeoramiento de la crisis sanitaria, que ha conllevado nuevas medidas de restricción a la movilidad y a la actividad de determinados sectores.

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El aumento del PIB (0,4% intertrimestral) muestra una práctica estabilización del crecimiento económico en los niveles alcanzados en el tercer trimestre, con lo que la recuperación se habría frenado intensamente. En términos interanuales, la caída del PIB se sitúa en el -9,1%, frente al -9,0% del tercer trimestre. Con este resultado, la caída del conjunto del año se cifra en el -11,0%, en línea con las previsiones de CEOE.

Tanto la demanda interna como externa tienen una contribución negativa al PIB. Por un lado, la demanda nacional tiene una aportación negativa al crecimiento interanual del PIB de −6,3 puntos, frente a los -7,2 puntos del tercer trimestre. Por su parte, la demanda externa presenta una aportación de −2,7 puntos, superior a los -1,8 puntos del trimestre anterior. Por lo tanto, es destacable el deterioro del sector exterior en un contexto de fuerte debilidad de la demanda interna.

Desde el punto de vista de la demanda interna, destaca el aumento del consumo de los hogares (2,5% intertrimestral) y del gasto de las Administraciones Públicas (4,0% intertrimestral). Sin embargo, se observa una caída de la inversión, tanto en su componente de construcción (-6,3% intertrimestral), como de maquinaria y bienes de equipo (-1,5% intertrimestral), que refleja una situación de pérdida de confianza a corto plazo como consecuencia del retardo en la normalización de la actividad, del aumento de la incertidumbre y del descenso de los resultados empresariales. 

Por el lado del sector exterior, se observa un mayor retroceso tanto de las exportaciones de bienes como de servicios, frente al comportamiento menos negativo de las importaciones de bienes y de servicios, con respecto al trimestre anterior. Todo ello ha empeorado el saldo de la demanda externa, intensificando su aportación negativa sobre el PIB.

En general, los sectores han mostrado tasas mucho más moderadas que en el tercer trimestre, si bien con comportamientos muy heterogéneos. Destaca el deterioro sufrido por la construcción (-8,1% intertrimestral) y algunas actividades de servicios como las artísticas y recreativas. Tan solo tres sectores han recuperado o superado los niveles de finales de 2019: agricultura, ganadería, silvicultura y pesca, actividades financieras y de seguros y Administración Pública, educación y sanidad. En el otro extremo, con caídas muy notables respecto a hace un año, se encuentran: actividades artísticas, recreativas y otros servicios, comercio, transporte y hostelería y construcción.

El número de horas trabajadas prácticamente se ha estancado en el cuarto trimestre, en línea con la actividad económica, con un incremento trimestral del 0,5%. En términos interanuales, todavía se sitúan en un -6,3%. Dado que el PIB descendió de forma más intensa, la productividad por hora efectivamente trabajada registra una caída interanual del -2,9%. En lo que se refiere a los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, hay que destacar que en el último año se han perdido algo más de un millón de puestos. Además, la productividad por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo también permanece en terreno negativo, con una caída interanual del -3,8%.

Los costes laborales unitarios y la remuneración por asalariado siguen mostrando avances (6,1% y 2,1%, respectivamente) más intensos que en el trimestre anterior. De esto se deduce que, en un contexto tan adverso como el actual, se puede estar produciendo una desvinculación de los costes laborales en relación a la situación real del mercado laboral.

Hay que destacar la continua contracción del excedente bruto de explotación (-12,5% interanual), tras descender un -21,3% en el segundo trimestre y un -8,2% en el tercero, lo que refleja la dramática situación de las empresas y las dificultades que persisten. En este sentido, es necesario mantener e intensificar las medidas de apoyo al tejido productivo para no poner en riesgo su supervivencia, ya que resulta vital para consolidar la recuperación y preservar el empleo.

En conclusión, el estancamiento en el crecimiento del PIB supone un freno a la recuperación, cuando los niveles de actividad aún están muy por debajo de los previos a la crisis. Esta situación se refleja en la caída de la inversión, influida por el severo deterioro de los resultados empresariales, el menoscabo de las expectativas y la incertidumbre creciente, en un contexto de aumento de los costes laborales y de caída de la productividad. Por todo ello, es necesario asegurar un entorno que sea propicio para favorecer la inversión empresarial y la mejora de la competitividad de nuestra economía.

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