Una apuesta de futuro para la industria europea y española
A lo largo de la historia, la industria ha actuado como el principal motor del cambio para la sociedad y ha sido indiscutible generadora de progreso y bienestar. Y desde hace prácticamente un año, inmersos como estábamos ya de lleno en la cuarta revolución industrial, el mundo entero ha tenido que hacer frente a una pandemia que ha puesto definitivamente en jaque el paradigma económico que ha estado vigente hasta la fecha.

Una apuesta de futuro para la industria europea y española
Es este un momento crucial en el que Europa se encamina hacia una transición que debe conducirnos hacia el doble objetivo de alcanzar la neutralidad climática y liderar la digitalización en todos los ámbitos. Y en este proceso, de nuevo, la industria debe jugar un papel protagonista.
Porque los datos demuestran que las economías que cuentan con sectores industriales más potentes y desarrollados tienen una mayor capacidad de resistencia ante la crisis económica. En los países más avanzados la industria es la actividad que origina, en buena parte, su competitividad a largo plazo. Además, su efecto arrastre hacia el resto de sectores, el tipo de empleo que genera, de mayor calidad, su capacidad de innovar y de extender la tecnología que aplica a toda la sociedad, hace de la industria una actividad puntera y esencial para el crecimiento de la productividad de cualquier economía y, en consecuencia, para su potencial de crecimiento a largo plazo.
En los últimos años hemos asistido a un proceso de deslocalización de la producción hacia otros países o la externalización de algunos servicios en busca de una disminución de los costes, factores que, entre otros, explican la pérdida de peso de la industria manufacturera en los países avanzados en las últimas décadas.
Según la Comisión Europea, el sector industrial es fundamental para el progreso y la prosperidad de nuestro continente, ya que constituye más del 20% de la economía de la UE y emplea a 35 millones de personas, sin contar los millones de puestos de trabajo adicionales dentro y fuera de Europa relacionados con ella. Representa, además, el 80% de las exportaciones y es una de las principales razones que explican la posición de la UE como principal proveedor mundial.
Sin embargo, el peso de la industria en España está aún lejos de alcanzar el 20% del PIB, y los datos del último ejercicio no van a ayudar a avanzar hacia esa meta, ya que en el conjunto del año 2020 y en gran parte debido a la pandemia del COVID-19, la cifra de negocios de la industria en España disminuyó un 12%, según el INE.
A pesar de ello, el sector industrial español es la segunda rama de actividad más importante de nuestra economía, tras el sector servicios, tanto por su contribución al PIB, como en términos de empleo.
En este escenario, la Unión Europea ha señalado con acierto como una de sus grandes prioridades la reindustrialización de la economía comunitaria, a partir de esa apuesta por la doble transición ecológica y digital, a fin de hacer a nuestra economía más resiliente ante las contingencias que puedan producirse en el futuro.
Como no podía ser de otro modo, España ha asumido esa prioridad dentro de su Plan Nacional, y CEOE, en representación de todo el sector empresarial español, también ha situado la apuesta por la industria como una de sus grandes prioridades, algo que se ha recogido en los distintos documentos que ha venido elaborando, así como en las líneas de trabajo que ha abierto.
Un claro ejemplo de ello es el muy relevante peso que tiene la industria dentro del catálogo de ‘21 iniciativas estratégicas de país para la recuperación y transformación de la economía española’ elaboradas por CEOE con el objetivo de contribuir a una inversión lo más eficiente posible de los fondos asociados al Plan Europeo de Recuperación Next Generation EU, propuestas que ponen el foco en los grandes proyectos que España necesita para recuperar y transformar su economía.
Centrándonos en las iniciativas enfocadas a la industria, de entre las 21 propuestas realizadas por el empresariado español destacan fundamentalmente cinco, todas ellas enmarcadas en el ámbito de la transición verde y con un claro componente tecnológico, como son:
- Industria conectada y descarbonizada e hidrógeno.
- Economía circular y gestión de residuos.
- Economía azul transformadora y sostenible.
- Redes inteligentes y despliegue de energías renovables.
- Desarrollo de infraestructuras no urbanas, capacidades logísticas y transporte.
La puesta en marcha conjunta, a través de la colaboración público-privada, de las más de 100 actuaciones propuestas dentro de estas iniciativas sin duda contribuirá a un aumento del peso de la industria en el PIB español.
El fortalecimiento de la industria constituye por tanto una necesidad estratégica y una condición indispensable para lograr un crecimiento económico sostenido generador de empleo.
Es el momento de definir estrategias, con horizontes a medio plazo, para recuperar la posición central del sector industrial en el modelo de crecimiento económico y, con ello, afrontar de la mejor manera posible, en un marco de fuerte competencia internacional, los grandes retos derivados, por un lado, del proceso de digitalización de la economía y, por otro, de la adaptación positiva de los sistemas de producción y consumo coherentes con los grandes objetivos y compromisos adquiridos en materia ambiental.
La adecuada utilización de los fondos europeos debe ayudar no solamente a desarrollar nuevas industrias punteras, sino también a que la industria ya asentada en Europa pueda completar su transición ganando en el proceso competitividad internacional.
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