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Fecha
Economía
17 Dic 2020

Más allá de los fondos europeos: la economía española necesita el impulso de las reformas estructurales

El Instituto de Estudios Económicos estima que la caída del PIB será del 11,3% en 2020, con un crecimiento muy tenue para el cuarto trimestre, sin descartar una caída intertrimestral. Para 2021 se espera una reactivación muy gradual del 6%, con lo que no se recuperará el PIB hasta el año 2023 y seguirá aumentando la tasa de desempleo hasta el 18,8% en 2021. Desde el IEE se pide que a los fondos europeos se unan las reformas estructurales necesarias para ayudar a elevar nuestro crecimiento potencial.

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Íñigo Fernández de Mesa y Gregorio Izquierdo, presidente y director general del IEE, respectivamente, han presentado el Informe semestral de Coyuntura Económica ‘Más allá de los fondos europeos: la economía española necesita el impulso de las reformas estructurales’. En el Informe se señala que este año, 2020, pasará a la historia como aquel en el que se ha producido la mayor debacle económica jamás registrada en términos de caída de la actividad productiva y se espera que la evolución económica durante el próximo año esté muy condicionada aún por las medidas de contención y de la pandemia, así como por la expansión y efectividad de las campañas de vacunación de la población.

Para 2021 se espera una recuperación económica en los principales países, pero a diferentes velocidades, con diferencias sectoriales de envergadura y con notables riesgos a la baja condicionados por las posibles “nuevas olas” de afectación de la pandemia. No obstante, se ha de destacar que la reactivación económica estará respaldada por las políticas macroeconómicas. La política monetaria llevada a cabo por los principales bancos centrales se mantendrá en términos ultraexpansivos y respaldará una provisión de liquidez que garantice que los recursos financieros sean suficientes para satisfacer las necesidades de la actividad productiva y el endeudamiento público, minimizando, a su vez, el riesgo de insolvencia. En cuanto a la política fiscal, esta mantendrá también un componente expansivo.

El escenario económico de previsiones para el próximo año, caracterizado por la elevada incertidumbre, ha abierto nuevas oportunidades “schumpeterianas” mediante innovaciones tecnológicas (digitalización, transición ecológica y energética, sanidad, teletrabajo, educación y formación, entre otras). En este sentido, el Informe destaca tres componentes que podrían determinar la recuperación y el patrón de crecimiento de la economía mundial durante los próximos años. En primer lugar, el grado de cumplimiento de las actuales previsiones dependerá, en gran medida, aparte de la gestión sanitaria, del grado de apertura de las economías y del libre comercio, la libre movilidad internacional de los capitales y de las personas. En segundo lugar, se está realizando, por parte de la UE, un considerable esfuerzo por mejorar su competitividad a través de un plan ambicioso de inversiones y reformas estructurales que impulsen el crecimiento de la productividad y, por ende, del potencial del conjunto de la economía. Y, por último, se han de destacar los elevados niveles de endeudamiento públicos alcanzados con motivo de la pandemia por un conjunto significativo de países.

 

Previsiones macroeconómicas para España

España ha sido uno de los países más afectados por la pandemia. De cara al cuarto trimestre, con el aumento de los rebrotes y la vuelta a las restricciones en algunos municipios o regiones, aunque estas están siendo mucho más suaves y localizadas que en la primera ola (la movilidad se sitúa en niveles similares a los alcanzados en junio), el avance del PIB será muy tenue e incluso no se descarta una recaída del PIB con respecto al tercero. De hecho tras el fuerte repunte de la económica del tercer trimestre, tras levantarse las restricciones, los indicadores disponibles desde entonces han evidenciado un cierto agotamiento de su impulso, como resultado las previsiones económicas del Instituto de Estudios Económicos, para 2020, avanzan una contracción de la economía española del -11,3% en 2020, esto es, catorce puntos porcentuales menos que la variación experimentada en el año anterior. Para 20121 se espera una recuperación parcial ya que el crecimiento del PIB se estima en el 6,0%. Se ha de destacar que, en todo caso, la reactivación económica será muy gradual y los niveles del PIB precrisis no se recuperarán hasta principios de 2023.

La contracción de la demanda nacional (-10,2%), en particular, la liderada por el consumo privado (-13,8%) y por la inversión en capital fijo (-16%) serán los determinantes principales de la evolución de la producción durante el presente ejercicio, aunque el sector exterior también mostrará una aportación negativa sobre el crecimiento (-1,1 p.p.), debido, fundamentalmente, a la caída de los ingresos procedentes del turismo y a la debilidad de la industria de la automoción, que lastrarán las exportaciones.

Con respecto a la evolución del mercado de trabajo, pese a que la aplicación de los ERTE ha posibilitado minorar, en buena medida, el impacto sobre el empleo (-7,7%) de la caída de la actividad en 2020, durante el próximo año no se producirá un crecimiento tan intenso en la creación de empleo (2,9%), entre otras razones porque los trabajadores en ERTE que vuelvan a la actividad no se verán registrados como aumento de la ocupación y las empresas están operando por debajo de su actividad productiva. Además, la crisis puede tener un efecto más duradero sobre el mercado laboral, tanto por la destrucción de parte del tejido productivo como por las rigideces de la normativa laboral y la baja cualificación de los trabajadores más afectados por esta, que harían que la tasa de paro continuase aumentando en 2021, en torno a dos puntos porcentuales con respecto a la registrada en el periodo anterior, situándose en niveles cercanos al 19%.

La inflación en 2020 se ha visto muy afectada por la evolución del petróleo y la debilidad de la demanda interna, que ha mantenido muy moderada la inflación subyacente, lo que ha resultado en una inflación negativa desde el mes de abril y que supondrá un promedio ligeramente negativo para el conjunto del año. En 2021 se espera que la inflación subyacente registre un crecimiento algo mayor, aunque todavía muy contenido, lo que, unido al efecto base en los precios de los productos energéticos, hará que la inflación general muestre un aumento gradual hasta el 0,8% de promedio en 2021.

Según las previsiones del IEE, el déficit público se situaría en el entorno del -13% sobre el PIB en 2020, debido al aumento del gasto sanitario y a las prestaciones a los hogares y al significativo deterioro de los ingresos públicos derivados de la pérdida de rentas y empleo. En 2021 se estima que se seguirá en niveles elevados hasta el -9,5% condicionado por los aumentos estructurales del gasto de los últimos años. Asimismo, en un momento de crisis se está apostando por inoportunas y contraproducentes subidas de impuestos que recaen sobre las empresas y que lastrarán la recuperación. En este sentido, el déficit público estructural seguirá siendo de los mayores de Europa, lo que compromete la credibilidad en la sostenibilidad de nuestro elevado, ya de por sí, endeudamiento público de cara al futuro.

 

Retos y reformas

Los principales retos de la economía española de cara a 2021 serán, por un lado, que los niveles de deuda y déficit no se incrementen con la misma intensidad que en 2020 y que se lleve a cabo un aprovechamiento adecuado de los fondos provenientes de la Unión Europea. En este sentido, hay que tener en cuenta que un retraso en la llegada de los fondos o un uso inadecuado de los mismos repercutirá negativamente sobre el crecimiento previsto. Por otro lado, habría que evitar la adopción de políticas y medidas que sean un obstáculo para la recuperación de la actividad, o que dificulten aún más la supervivencia de las empresas viables, puesto que comprometería el crecimiento de 2021 y de los años venideros.

Desde el IEE se pide que se unan las reformas estructurales necesarias para ayudar a elevar nuestro crecimiento potencial, tanto en el corto como en el medio y largo plazo, que se deben de afrontar, tanto desde la vertiente macroeconómica como a nivel de estructura productiva y tejido empresarial. Desde el punto de vista económico, caben destacar algunos desequilibrios que no son nuevos, pero que se han agudizado tras la crisis, como son la elevada tasa de paro, la consolidación presupuestaria, incluyendo la sostenibilidad del sistema de pensiones y el bajo crecimiento de la productividad. Desde un punto de vista micro, es necesario aumentar el tamaño empresarial, ganar competitividad, mejorar el clima empresarial y afrontar los cambios estructurales que se avecinan, como la digitalización y la sostenibilidad medioambiental.

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