CEOE pide retomar las reformas estructurales y un entorno más favorable a la inversión para fomentar el crecimiento económico
La economía española crece un 0,4%, por encima de la media europea, aunque es la menor tasa intertrimestral desde 2014.

La economía española continúa su senda de desaceleración, acusando una pérdida de dinamismo notable en su demanda interna. El incremento de la incertidumbre a nivel global y nacional está provocando un deterioro de las expectativas y un aumento del efecto precaución, que se refleja en la evolución del consumo privado y de la inversión. De cara a lo que resta de año, el contexto internacional previsto no sustentará un elevado avance de nuestras exportaciones. Además, los datos de contabilidad nacional ponen de manifiesto una pérdida de competitividad de la economía española, vía costes laborales y descenso de la productividad, que puede suponer un freno para el crecimiento y la creación de empleo. En este contexto, se debe intentar retomar lo antes posible la senda de reformas estructurales y un entorno más favorable a la inversión empresarial, que permitan aumentar el potencial de crecimiento a largo plazo y favorecer la competitividad de nuestra economía. La economía española, según el INE, registró en el segundo trimestre de 2019 un aumento trimestral del 0,4%, una décima inferior al del primer trimestre. En tasa interanual, el ritmo de crecimiento se desaceleró dos décimas hasta el 2,0%. Estas tasas son las menores registradas desde el año 2014. Este dato, junto con la revisión a la baja de la serie de Contabilidad Nacional publicada recientemente por el INE, dificulta el cumplimiento de las anteriores previsiones, que avanzaban un crecimiento algo superior al 2%, y las nuevas estimaciones se situarán en el 2% o ligeramente por debajo. Se iguala la aportación de la demanda interna y de la demanda externa a la economía, aportando cada una de ellas 1 punto porcentual. Aunque esto supone un crecimiento más equilibrado, supone que el avance del PIB queda mucho más condicionado a la evolución del sector exterior en un contexto de aumento de los riesgos a nivel global.
En este escenario, la aceleración de los costes laborales registrada en los últimos trimestres en un contexto de inflación especialmente moderada y de productividad por ocupado negativa, puede perjudicar la competitividad de la economía española y, en consecuencia, la evolución de nuestras exportaciones. En un primer análisis de los resultados cabe destacar:
- La aportación de la demanda interna pierde dinamismo de forma notable y se sitúa en 1 punto porcentual, nueve décimas inferior al trimestre anterior.
- La inversión en equipo retrocede en términos interanuales un -1,7%, acusando la ralentización cíclica y el incremento de la incertidumbre a nivel nacional e internacional. También la inversión en construcción se desacelera, aunque se erige como el componente más dinámico de la demanda interna (2,9%), gracias a la inercia de los proyectos ya comenzados de edificación.
- El consumo de los hogares también se modera, al tiempo que se observa cierta recuperación de la tasa de ahorro, lo que podría estar indicando un aumento del efecto precaución en las familias en un contexto de mayor incertidumbre.
- El gasto en consumo final de las Administraciones Públicas, con un crecimiento real del 2,2%, es el componente más dinámico de la demanda interna tras la inversión en construcción. Esta tendencia alcista del gasto público complica el cumplimiento del objetivo de déficit público.
- Desde el punto de vista de los flujos exteriores, el incremento de las exportaciones junto al ligero retroceso de las importaciones, asociado a la desaceleración de la demanda interna, ha permitido que la contribución del sector exterior aumente ocho décimas hasta 1 punto porcentual. La caída real de las importaciones por tercer trimestre consecutivo puede ser un indicador de deterioro de la demanda interna.
- Por el lado de la oferta, destaca la evolución de la actividad de construcción, que continúa registrando tasas superiores al 5%. Sin embargo, resulta preocupante la atonía de la actividad industrial. • El deflactor del PIB aumenta seis décimas hasta el 1,8%, lo que contrasta con una tasa de IPC mucho más moderada.
- La creación de empleo se desacelera dos décimas, con una tasa interanual del 2,5%. Esto supone un incremento neto de 446.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo en el último año. Por sectores, sobresale la construcción, con una tasa del 5%, en línea con el avance de su actividad, y destaca la creación de empleo en la industria manufacturera, frente a la caída de la actividad del sector.
- Uno de los aspectos menos positivos es la evolución de la productividad por ocupado, que es negativa por quinto trimestre consecutivo (-0,5%). Si a esto se le une el repunte de la remuneración por asalariado hasta el 2,4%, los costes laborales unitarios aumentan un 2,8%, lo que puede implicar una pérdida de competitividad de la economía española vía costes laborales.
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