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Fecha
Economía
30 Abr 2021

CEOE considera vital que los fondos europeos se centren en inversiones estratégicas a medio y largo plazo ante el descenso del PIB

Imagen gráfica económica


Los resultados del PIB del primer trimestre de 2021 evidencian el retroceso en el proceso de recuperación de la economía española, con una tasa trimestral del –0,5%. Además de factores concretos que han incidido negativamente en la actividad al comienzo de año, como el empeoramiento de la crisis sanitaria provocada por la tercera ola, los fenómenos meteorológicos adversos y la subida del precio del petróleo, el empeoramiento de las expectativas y el aumento de la incertidumbre se manifiestan en el retroceso del consumo y de la inversión del sector privado.

En términos interanuales, la caída del PIB se amortigua (-4,3%, frente al –8,9% anterior) porque el impacto de la crisis provocada por la pandemia se empezó a notar ya en el primer trimestre de 2020. De hecho, para un mejor diagnóstico de la situación de comienzos de año se deben analizar las tasas intertrimestrales. Frente a la situación previa a la pandemia, es decir el cuarto trimestre de 2019, la caída del PIB es del –9,4%, lo que da cuenta del camino que aún queda por recorrer para recuperar los niveles previos a esta crisis. 

La demanda interna tiene una aportación trimestral negativa al PIB de -0,9 pp, que es parcialmente compensada con la aportación positiva trimestral del sector exterior (+0,4 pp). La debilidad de la demanda interna en todos los componentes relacionados con el consumo y la inversión privados han sido el rasgo más destacado del comportamiento de la actividad al comienzo de 2020.

Desde el punto de vista de la demanda interna, destaca la caída del consumo de los hogares (-1,0% intertrimestral). El empeoramiento del mercado laboral en el primer trimestre junto con el aumento del efecto precaución debido a la mayor incertidumbre explican este retroceso del gasto familiar. En cambio, el gasto de las Administraciones Públicas continúa aumentando, a un ritmo del 0,5% trimestral, en línea con la política expansiva del consumo público. 

También hay que destacar el retroceso de la inversión, del –2,2% en términos trimestrales, con especial intensidad en el componente de vivienda y otros edificios y construcciones, donde desciende un –5,2%, principalmente debido al desplome del –8,0% en el componente de otros edificios y construcciones.  La mala climatología del primer trimestre, junto con la elevada incertidumbre existente sobre la evolución de la propia pandemia, unido al anuncio de medidas que pueden desincentivar el crecimiento, tales como las subidas de impuestos o medidas intervencionistas, pueden estar pesando sobre la confianza de los agentes y sus planes de inversión a medio y largo plazo.   

Por el lado del sector exterior, se observa un práctico estancamiento de las exportaciones (-0,1% en tasa trimestral), que viene explicado por un mejor comportamiento del componente de bienes, que compensa la contracción que siguen teniendo las exportaciones de servicios. Por su parte, las importaciones se reducen un -1,3% en tasa trimestral, en consonancia con la debilidad de la demanda interna. 

Dentro del análisis por sectores, sorprende el retroceso de la actividad que sufren los sectores de la agricultura, industria y construcción, en claro contraste con el aumento de VAB en el sector servicios. Además, dentro de servicios, aquellas ramas más afectadas por las restricciones, como comercio, transporte y hostelería, registran un aumento en tasa trimestral del 1,4%. Con todo, cabe señalar que, en términos interanuales, las ramas de los servicios siguen estando muy por debajo de los niveles de un año antes. Comparando frente al cuarto trimestre de 2019, los sectores más alejados de volver a sus niveles pre-crisis son la construcción, con un descenso del –16,4%, y los servicios, con el –9,9%, aunque dentro de estos destacan las actividades artísticas y recreativas, que presentan retrocesos del –32,8%, y el comercio, transporte y hostelería, con caídas del –21,3%.  

El número de horas trabajadas ha descendido un –2,0% intertrimestral, en línea con la caída de la actividad económica. De esta forma, en el primer trimestre de 2021 las horas trabajadas se sitúan un –8,0% por debajo de los niveles previos a la crisis, en el cuarto trimestre de 2019. Mientras, los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo crecen un 1,4% trimestral, debido a la reducción de la jornada media realizada (que ha caído un –3,4%). Este incremento contrasta con la caída de la ocupación registrada según la EPA del primer trimestre, cuyos resultados fueron publicados ayer. Frente a los niveles previos a la crisis (cuarto trimestre de 2019), cabe destacar que se han perdido más de 700.000 empleos a tiempo completo equivalente (-3,9%). Por su parte, la productividad, medida tanto por hora efectivamente trabajada como por puesto de trabajo equivalente a tiempo completo, continúa en terreno negativo, registrando descensos del –0,7% y un –2,4%, respectivamente.

Los costes laborales unitarios siguen creciendo intensamente, un 2,6% interanual, aunque de forma menos intensa que en trimestres anteriores. Por su parte, la remuneración por asalariado modera su ritmo de avance hasta el 0,1%. Hay que señalar que este aumento de costes para las empresas resulta inoportuno en un contexto como el actual, de crisis y de pérdida de tejido empresarial.

Hay que destacar la continua contracción del excedente bruto de explotación (-1,9% interanual), tras descender un -11,6% al final de 2020, lo que refleja la dramática situación de las empresas y las dificultades que persisten. Así, el excedente bruto de explotación en el primer trimestre de este año es un –12,4% inferior al registrado a finales de 2019, frente al descenso del –4,1% de la remuneración de los asalariados en este mismo periodo. En este sentido, ante este escenario de pérdidas en las empresas, es necesario mantener e intensificar las medidas de apoyo al tejido productivo para no poner en riesgo su supervivencia, ya que resulta vital para consolidar la recuperación y preservar el empleo.

En conclusión, el descenso del PIB a comienzos de 2021 supone un retroceso del proceso de recuperación y viene a indicar la dificultad de volver a la normalidad en términos de actividad, demanda y empleo mientras perdure la pandemia y permanezcan las restricciones. Además, algunos sectores todavía siguen muy afectados por las limitaciones horarias, de aforo y de movilidad, de ahí que la recuperación de la actividad sea muy desigual e incompleta. De hecho, las previsiones para 2021 se han moderado hasta un entorno del 5,0%-6,5%, frente a los escenarios más positivos que se estimaban en otoño de 2020. 

El deterioro del tejido empresarial y de la inversión pueden afectar negativamente al empleo y al crecimiento potencial de nuestra economía. Por ello, es de vital importancia que los fondos europeos se centren en aquellas inversiones con visión estratégica a medio y largo plazo y, por tanto, con mayor incidencia sobre el aumento del PIB potencial. 

La incertidumbre sobre el proceso de recuperación se refleja en mayor medida en la inversión, influida por el deterioro de los resultados empresariales y el menoscabo de las expectativas, en un contexto de aumento de los costes laborales y de caída de la productividad. Por todo ello, es necesario asegurar un entorno que sea propicio para favorecer la inversión empresarial y la mejora de la competitividad de nuestra economía, así como facilitar que las empresas puedan adaptarse a la situación económica. Además, es fundamental que no se implementen medidas que desincentiven el crecimiento económico, ya que su mero anuncio afecta negativamente a las expectativas de todos los agentes. 
 

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