Cómo reciclar bolsas de plástico para generar nuevos productos según ANARPLA
Reciclar plástico es muy importante. Evita la extracción de nuevos recursos naturales, ahorra en CO2 y facilita la fabricación de nuevos productos, como tuberías, bolsas de basura y supermercado o contenedores de compostaje, contribuyendo a hacer realidad la economía circular.

El plástico forma parte de nuestras vidas. Es un material reciclable con múltiples aplicaciones en sectores tan diversos como la tecnología, la medicina, la automoción, la construcción o la alimentación. Entre sus ventajas destacan la versatilidad, ligereza, durabilidad y capacidad de conservación. Permite transportar y conservar de forma higiénica y durable los alimentos.
Una bolsa de plástico de polietileno de baja densidad, como las utilizadas para envasar zanahorias, por ejemplo, puede generar nuevos usos tras depositarse en el contenedor amarillo de reciclaje, donde da comienzo una cadena que culminará en nuevas posibilidades de utilización. Un vídeo de Anarpla (Asociación Nacional de Recicladores de Plástico) muestra cómo se realiza el proceso.
Del contenedor amarillo, la bolsa es enviada a una planta de selección de envases. Desde allí, viajará a otra planta para proceder a su tratamiento. Un proceso de aspiración permite recoger la bolsa y otros materiales similares para obtener con todo ello un flujo de film que es enviado agrupado en balas a una planta de reciclado.
El tratamiento de las balas de film pasa por una primera fase de selección y clasificación que da como resultado un flujo de polietileno de baja densidad. Este flujo se transfiere a unas máquinas trituradoras para su troceado y luego pasa a un proceso de lavado, en el que los trozos se separan por flotación de las impurezas que pudieran contener.
A continuación, se elimina la humedad y el agua mediante secado por presión y se pasa al proceso de extrusión y granceado para triturar de nuevo el resultado y obtener la granza, producto final del proceso de reciclado.
El ciclo concluye con la llegada de la granza a silos para su homogeneización y estabilidad, de manera que pueda ser envasada y almacenada para su utilización como materia prima en la fabricación de nuevos materiales plásticos compuestos por polietileno de baja densidad, sustituyendo de este modo al plástico virgen y contribuyendo así a la sostenibilidad.
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