China: economía y relaciones económicas con España
Aunque China es nuestro primer socio comercial en Asia, para las empresas españolas queda aún mucho recorrido por hacer para aprovechar las grandes oportunidades de negocio e inversión que ofrece el mercado chino.
China, cuarto país del mundo en extensión y segundo en población, se ha convertido en la única potencia emergente surgida de la globalización capaz de disputar la hegemonía económica y geopolítica mundial de Estados Unidos. Basada en la enorme capacidad de su industria y su comercio exterior, la economía del gigante asiático sigue creciendo a buen ritmo, aunque registró un aumento del PIB del 5,2% en 2023, inferior al de años precedentes. Las previsiones del FMI para este año y el próximo apuntan a un crecimiento del PIB en torno al 5% y al 4,5% respectivamente.
A lo largo de las últimas décadas, China ha sabido aprovechar su pujanza económica para impulsar el desarrollo tecnológico y la innovación, situándose en la vanguardia mundial en casi todos los sectores, desde la ingeniería y la industria aeroespacial, hasta las tecnologías relacionadas con las transiciones energética y ecológica, el automóvil eléctrico o tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial, por citar solo algunos ejemplos.
Se trata de una economía dirigida desde el Estado que, sin embargo, combina la economía planificada con una forma de capitalismo tutelado. Las políticas económicas se establecen mediante planes a largo plazo que marcan las metas y objetivos para los próximos años. No obstante, las secuelas económicas de la reciente pandemia, junto a problemas en el mercado inmobiliario, el aumento del desempleo y cierto debilitamiento de la demanda interna y de las exportaciones han ralentizado la economía china.
A nivel exterior, China basa sus relaciones en el respeto mutuo de la soberanía e integridad territorial, la no agresión y no injerencia en asuntos internos de otros Estados, así como en la igualdad y el beneficio mutuos y la coexistencia pacífica en el desarrollo de las relaciones diplomáticas y los intercambios internacionales. En 2023, China fue el primer país exportador del mundo y el segundo en importaciones. La actividad inversora de China más allá de sus fronteras ha alcanzado recientemente un alto nivel en volumen y diversificación geográfica. En 2020 ya supuso cerca del 18% de la inversión mundial, convirtiéndose en el primer inversor mundial, con proyectos en todos los continentes.
El objetivo de las inversiones exteriores chinas es buscar el acceso a productos, propiedad intelectual e I+D para incrementar la competitividad y mantener la producción doméstica. Los flujos tienen como principales destinos centros financieros internacionales y paraísos fiscales desde donde mover capitales, además de países como Estados Unidos, Singapur, Tailandia, Vietnam, Alemania y Australia. La inversión china tiene también el foco en África y Latinoamérica, continentes con economías en desarrollo que demandan infraestructuras para su crecimiento. China no solo está invirtiendo allí en numerosos proyectos, sino que además facilita instrumentos financieros y préstamos para su ejecución. La actividad inversora en ambas regiones le permite acceder a recursos y materias primas, y abrir mercados para sus bienes y servicios.
Las empresas extranjeras pueden invertir en China, salvo en determinados sectores considerados muy restringidos por estar incluidos en una “lista negativa” que establece y revisa cada año el Gobierno. Desde la incorporación de este país a la OMC, se han abierto a la inversión foránea muchos sectores hasta entonces reservados a la participación de empresas locales, aunque las condiciones de acceso pueden ser diferentes a las que se permiten a las compañías nacionales. Por el contrario, existe también un catálogo de sectores en los que se pretende incentivar la inversión extranjera con incentivos fiscales por considerarse prioritarios para la sostenibilidad y la innovación o por favorecer el crecimiento de regiones en desarrollo. Desde enero de 2020 está vigente una nueva legislación que regula tanto las inversiones de empresas de capital totalmente extranjero como las realizadas por empresas mixtas con capital chino y extranjero.
Estructura de la economía china
En la estructura de la economía china, la participación del sector primario es cada vez más residual, de modo que, según datos oficiales, en 2020 ya suponía el 9,5% del PIB nacional, aunque a pesar de este pérdida de peso en el PIB todavía emplea al 25% de la población laboral. En cuanto al sector secundario se refiere, hay que destacar que China dispone de importantes recursos minerales, siendo uno de los principales productores de algunos de ellos, como el carbón o las tierras raras. No obstante, la elevada demanda de recursos minerales que exige su crecimiento empuja a China a importar del exterior todo aquello que la producción interna no puede abastecer.
El sector industrial es esencial para China, hasta el punto de convertirse desde hace décadas en la “fábrica del mundo”. La industria china ha evolucionado mucho en poco tiempo. Tras una etapa centrada en la producción masiva de manufacturas de poco valor añadido, impulsada por las ventajas competitivas en mano de obra y orientada a los mercados internacionales, se ha pasado a desarrollar una industria altamente sofisticada con productos muy competitivos dotados de un elevado componente tecnológico y precios difíciles de batir para sus principales competidores a nivel global.
Dentro de esta actividad, destacan sectores como la industria siderúrgica, uno de los pilares de la economía china, la petroquímica, uno de los que mayores inversiones ha recibido, la industria naval, con un considerable peso en las exportaciones chinas, la aeronáutica, que ha experimentado un notable progreso, y la automoción, en especial el sector del automóvil eléctrico, que ha empezado a expandirse con fuerza en los mercados internacionales. También siguen teniendo fortaleza sectores tradicionales en la industria china, como el de maquinaria y máquina-herramienta, las manufacturas para el gran consumo, electrónica y electrodomésticos o juguetes y las manufacturas textiles y del calzado, en las que China siempre se ha mostrado muy competitiva, conquistando los mercados internacionales.
Respecto a los servicios, se ha producido un desarrollo acelerado en los últimos años, creciendo más del doble que la industria. Su participación en el PIB nacional ya supone más del 47% y es la actividad que más empleos está generando. Parte de este ascenso se debe al apoyo del Gobierno, que busca un modelo de crecimiento más sostenible y enfocado al consumo interno y al sector servicios. Entre las actividades terciarias más relevantes cabe señalar la construcción, fundamental para la realización de las infraestructuras de todo tipo que requiere la segunda economía mundial y la demanda de vivienda de un país superpoblado. Precisamente este último sector ha dado origen a una burbuja inmobiliaria especulativa que supone hoy uno de los puntos débiles de la economía china. Otro de los servicios destacados es el comercio, que supone más de 9% del PIB, y de manera especial el comercio electrónico, en el que se han desarrollado plataformas de éxito mundial, como Alibaba o Temu. También están cobrando impulso el turismo y el sector hostelero, que las autoridades chinas tratan de promover para incrementar tanto los flujos turísticos internos como los procedentes del extranjero. El sector financiero y las telecomunicaciones también han experimentado un notable desarrollo, en paralelo al incremento del nivel de vida las clases medias chinas. Los procesos de fusión entre los operadores de telecomunicaciones nacionales han derivado en la creación de la primera compañía mundial de telefonía móvil, China Mobile.
Relaciones económicas bilaterales con España
China es el primer destino en Asia para las exportaciones españolas y nuestro socio más destacado en la región. Más de 14.500 empresas españolas exportan a dicho país. En 2023, China fue el cuarto socio comercial de España y su segundo proveedor de bienes, así como el duodécimo cliente para sus exportaciones. Según datos provisionales publicados por ICEX, el comercio bilateral entre España y China en 2023 alcanzó un volumen monetario que superó los 51.822 millones de euros.
Las exportaciones españolas de mercancías a China han evolucionado en los últimos tres años desde los más de 8.670 millones de euros contabilizados en 2021 y los 8.048 en 2022, a los 7.579 millones registrados en el pasado ejercicio. Por su parte, las importaciones recibidas por España procedentes del país asiático sumaron en dichos años 35.473 millones de euros, 49.860 y 44.244 millones respectivamente. La tasa de cobertura española con China fue del 17,1% en 2023. Existe pues un notable déficit comercial desfavorable para España.
El pasado año, las ventas de España a China se centraron en los productos químicos, así como en productos cárnicos y minerales, bienes de equipo, componentes de automoción y manufacturas diversas, mientras que las importaciones españolas procedentes del país oriental tuvieron como sectores más relevantes el de bienes de equipo (equipos de oficina) y maquinaria, textil y confección, manufacturas de consumo, semimanufacturas, automóviles y motos y bienes de consumo diversos.
En lo que al capítulo de inversiones se refiere, según datos de DataInvex, la inversión china en España superó los 131 millones de euros en 2023, mientras que la inversión española en China solo llegó a los 91 millones. Las inversiones chinas se han centrado en los sectores energético e inmobiliario, mientras que las inversiones españolas lo hicieron en los sectores farmacéutico y financiero. En un reciente encuentro económico bilateral en Madrid, los ministros de Economía español, Carlos Cuerpo, y de Comercio chino, Wang Wentao, se comprometieron a impulsar la inversión mutua y a suprimir trabas empresariales al establecimiento en ambos países.
Oportunidades comerciales y de inversión en China
Pese a que en China existen importantes barreras de acceso al mercado interno que afectan a numerosos sectores, hay oportunidades de negocio para las empresas extranjeras en aquellos sectores considerados prioritarios por las autoridades chinas para impulsar un modelo de crecimiento sostenible e innovador, como en la industria tecnológica de alta gama, manufactura inteligente, industrias médicas y farmacéuticas o manufactura ecológica.
La progresión de una clase media ascendente en cuanto a nivel adquisitivo en China propicia oportunidades en sectores de consumo con una demanda al alza, como los de productos de gama alta o tecnológicos. Cabe mencionar los productos alimentarios de calidad, la moda, los cosméticos, los muebles y el equipamiento para el hogar. También existen oportunidades en sectores de servicios como la enseñanza del español, con una gran demanda en China, la modernización de instalaciones sanitarias y el turismo. Hay que tener en cuenta que este mercado es el principal emisor de turista a nivel mundial.
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